Aprieta el sol en el campo de fútbol municipal de Harane, en Usurbil. Son las 12:20h del mediodía y aunque todavía es pronto para comer, el olor a chuleta que sale de la sidrería Saizar (anexa al campo) invita a entrar a degustar la carne junto con una buena tortilla de bacalao y unos refrescantes tragos de sidra. Pero no es el momento, quizás más tarde, cuando todo pase y los estómagos de los aficionados del Beti dejen de estar cerrados. No son sólo los nervios propios de una final, es que el Beti está a 70 minutos de culminar una obra de arte, de esas que sólo se ven una vez en la vida.
La final de Copa en la categoría infantil txiki (nacidos en 2011), reúne al Beti Ona de Errenteria y al Zarautz en Usurbil (campo neutral), dos equipos con carácter que han tenido que luchar de lo lindo en semifinales para poder llegar hasta aquí (el Beti ganó 2-1 al Urola y el Zarautz venció al Lagun Onak en la tanda de penaltis tras acabar el partido en empate a 0). Pero es que además, el Beti Ona, lleva 20 partidos consecutivos ganando y no conoce la derrota en partido oficial de liga desde el 28 de octubre. Y aquí están los pupilos de Txema y David, listos para una nueva hazaña, la más importante, la que quedará para siempre en la retina de los jugadores y sus familiares, porque cada jugador del Beti respira con la pasión de ser campeón, de sentir el peso del trofeo en sus manos, de saborear la dulce victoria. ¿Será esto posible?
Comienza el partido. El Beti insiste en jugar en largo, el Zarautz prefiere hacerlo en corto, dos estilos diferentes, un objetivo común. Ataca y propone más el Beti y llegan los primeros avisos: un remate espléndido de cabeza de Aimar, que se estrella en el larguero, y un poste como consecuencia de un rechace (aún no me acostumbro a utilizar la palabra rechazo, aunque quizás sea la correcta). El público comienza a animarse y se escuchan los primeros cánticos:”Beti Ona ale…Beti Ona ale, irabazi arte…irabazi arte…” y es entonces cuando, en una internada de Lur Salaberria por la banda izquierda, eléctrico como siempre, llega el primer gol. ¡Delirio betionatarra! Pero esto no ha hecho más que empezar. Propone un juego de control el Zarautz que comienza a llegar más al área protegida por Aner. El Beti no se amilana y ataca, y le pitan una falta a favor al borde del área. Está muy lejos. ¿Lejos? Con un disparo increíble, Asier, defensa central del Beti, consigue meter el balón por la escuadra ante el asombro de todos los allí presentes: 2-0. La eliminatoria quedaba encarrilada al descanso. El Zarautz no parecía inquietar al Beti Ona en absoluto. La Copa parecía aún más cerca. ¿Cómo sería la celebración?, ¿Cómo sería el momento de levantarla? Estás y otras preguntas comenzaban a rondar las mentes de los aficionados errenteriarras.
La entrega de una copa al ganador de un torneo tiene profundas raíces históricas y simbólicas.Varios pueblos y culturas de la antigüedad tenían la costumbre de levantar copas como trofeos por sus grandes victorias. Los antiguos griegos, por ejemplo, cuando vencían en los Juegos Olímpicos y otros juegos panhelénicos recibían una corona de laurel como premio. En Roma, los generales victoriosos en batallas militares a menudo eran honrados con un desfile triunfal en el que llevaban consigo los despojos de la guerra, que incluían copas y otros objetos valiosos capturados al enemigo. Los celtas y los germanos tenían la tradición de levantar cuernos de bebida como parte de rituales de celebración y en la mitología nórdica, los héroes y dioses a menudo se representan bebiendo hidromiel en copas y cuernos en los salones de los reyes después de grandes hazañas y batallas.
Pero pobre de aquel que venda la piel del oso antes de cazarlo y quiera levantar la copa antes de su debido tiempo. Comienza la segunda parte y el Zarautz, fiel a su estilo característico de no rendirse nunca, empieza a apretarle las tuercas al Beti Ona, que se echa atrás y comienza a tener dificultades para controlar el juego. Y es ahí, en una falta cerca del área, donde consiguen su primer gol a falta de 10 minutos para el final. La cosa ya no está tan clara, el Zarautz acaba de entrar de nuevo en el partido. La lucha es titánica, el Zarautz sabe que el Beti no es invencible y lo intentan, lo intentan con denuedo, no se rinden. Y así llega su premio en el minuto 72 de partido (cuando habían pasado 2 minutos del tiempo reglamentario): 2-2. Qué cerca estuvo la Copa para el Beti, y ahora igual de cerca está para el Zarautz. Todos esperan ya la tanda de penaltis (no hay prórroga y se lanzan 5 penaltis por equipo). No hay tiempo para más. Y es ahí, en el limite del tiempo creado por Cronos, cuando Nike, la personificación de la victoria en la Antigua Grecia, toca con su varita a Unai, hijo de Lidia e Igor y hermano de Asier (su mellizo), que con un tiro extraordinario bate al guardameta zarauztarra en el minuto 74 de partido. ¡Locura tota!l. El público se entrega a la emoción que todo lo inunda y al grito de “campeones, campeones, oe oe oe…” el Beti Ona consigue la Copa de Gipuzkoa en una temporada que siempre será eterna.