Fue mencionada Calahorra en tiempos de Tito Livio y después en Estrabón, en el itinerario de Antonino, un documento de la Roma antigua, que se supone redactado en el siglo III, en el que aparecen recopiladas las rutas del Imperio romano. Fue también reconocida como ciudad vascona y su fidelidad a Roma, junto con la fama de sus guerreros, hizo que Augusto formara una guardia personal con soldados procedentes de Calagurris (Calahorra). El título de “municipium civium Romanorum”, otorgó a sus habitantes la plena ciudadanía romana. Calagurris, como cualquier ciudad romana relevante, llegó a tener todos los servicios e infraestructuras necesarias: templos, foros, termas, cloacas, teatros, anfiteatro…entretenimientos y servicios que correspondieron a otra época, pero que pusieron las bases de nuestra civilización. Calahorra es la segunda ciudad de la comunidad autónoma de La Rioja en importancia y población tras la capital, Logroño, y es también una ciudad donde se respira fútbol, de hecho, su equipo, el CD Calahorra, que milita en 1ª RFEF, es el club de referencia en la comarca y cuenta con una de las canteras más importantes de la región
Hasta estas tierras se desplazó el Beti Ona alevín (junto con equipos de otras categorías) para participar en el XXVI Torneo C.F. Base Juventud Calahorra, un torneo que agrupa varias competiciones en categoría alevín y benjamín y en el que participan equipos del País Vasco, La Rioja, Zaragoza y Navarra. Encuadrado en el grupo del Valvanera y Arnedo, el conjunto de Jon Lete comenzó con buen pie su andadura tras ganar 4-0 a los primeros y empatar a 0 con los segundos. El Beti Ona quedó primero de grupo (Arnedo ganó 1-0 a Valvanera), circunstancia que le otorgó el derecho a jugar la siguiente fase (denominada oro) contra los anfitriones Calahorra y los zaragozanos del C.D. Delicias. Pero esto sería ya por la tarde. Antes hubo que comer. Jugadores y familiares se dirigieron al centro de Calahorra donde ya tenían reservado un sitio para reponer fuerzas y refrescarse del calor que comenzaba a apretar en Calahorra. Y allí, sentados todos en una larga mesa, jugadores, entrenadores y familiares se dispusieron a degustar los platos que previamente habían reservado: espaguetis a la bolognesa, alcachofas, hojaldre de verduras, ensalada mixta, codillo, carrilleras, pollo asado…pero, al igual que en las Bodas de Caná, empezaron a faltar alimentos (el vino, por contra, sí que estuvo asegurado): niños que no tenían su plato de comida, platos que no se correspondían con lo que se había pedido…el nerviosismo comenzó a hacer mella entre los comensales y los camareros, hasta que finalmente todo se pudo solucionar sin tener que recurrir al milagro del vino o los panes y los peces.

Y llegó la jornada de tarde. Del grupo formado por Calahorra, Beti Ona y C.D. Delicias saldría el ganador del torneo, un triangular duro. Fue el primer partido contra el Calahorra el que demostró claramente que el Beti iba a por todas. Bajo la dirección de Zuhaitz en el centro del campo, el Beti comenzó a abrir las bandas. Atacaba el Calahorra, defendía el Beti. Atacaba el Beti, defendía el Calahorra. Una falta cerca del área fue aprovechada por los riojanos para intentar coger desprevenido al conjunto vasco mientras su portero Aner colocaba la barrera defensiva, circunstancia que el árbitro no consideró susceptible de ser detenida y que casi le cuesta un gol al conjunto de Jon Lete. En un partido posterior al portero se le dejó el tiempo necesario para que colocara la barrera, los criterios entre los colegiados de la organización parecían no estar claros, ¿o si?. La igualdad y la lucha continuó hasta que Lur con un zarpazo definitivo, inclinó la balanza a favor del Beti. Gol y triunfo frente a los anfitriones, a pesar de todo. Al Beti solo le bastaba un empate contra el C.D. Delicias de Zaragoza para ganar el torneo.

Pero qué verdad es aquella que dice que “no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo” ( y menos en un torneo en el que el equipo anfitrión aún tiene opciones de llevarse la victoria, añadiría yo), porque efectivamente el Calahorra ganó 2-0 su partido contra los zaragozanos y si el Beti perdía con estos últimos, aunque fuera por la mínima, el torneo caería a favor de los anfitriones. Y fue eso, precisamente, lo que sucedió. En un partido duro y jugado de poder a poder, el C.D. Delicias, aprovechó una rigurosa falta pitada al borde del área, a escasos metros de la portería defendida por Aner, para marcar con un libre indirecto a falta de 5 minutos para el final (este fue el único gol que recibió el Beti en todo el torneo). El árbitro, cual maestro de escuela, se dedicó en los minutos finales a ofrecer todo tipo de explicaciones a los jugadores en relación a las acciones que se iban sucediendo, dejando pasar el tiempo y anulando así toda posibilidad de remontada por parte de los jugadores errenteriarras. No añadió un solo segundo más a los 20 minutos reglamentarios. Una pena. Pero ya lo dijo Séneca hace 2.000 años: “Da entrada a la razón en las dificultades: las circunstancias adversas pueden oprimir menos a quienes las soportan con elegancia”. Y así es como se despidió el Beti de Calahorra, con elegancia y alma de campeón.